Cine Triana
Las Palmas de Gran Canaria (1949)
El Cine Triana fue el último de los cinco cinematógrafos que se construyeron en la zona de Triana. Ocupaba un lugar destacado en un inmueble preexistente ubicado en el número 62 de la calle Mayor del barrio (hoy día, número 56).
Este edificio de tres plantas tenía dos usos distintos en el momento en el que se decidió la construcción del cine, estando los dos pisos superiores destinados a uso residencial. Mientras, la planta baja se esperaba emplear como almacén o local comercial. En 1946, Guillermo Martinón Guerra aprovecha la ocasión y solicita "instalar un cine para películas de actualidades" en dicha planta baja (Expediente OM2/1947-157-0098-02. AHPLP).
El primer proyecto fue encargado ese mismo año al arquitecto José Luis Jiménez Domínguez, quien ideó una sala de espectáculos con capacidad para 300 personas, aunque hay documentos que citan hasta 320. Debido a la imposibilidad de utilizar las plantas superiores del edificio -hay que recordar que estaban ocupadas por viviendas-, la cabina del proyector y la sala de bobinado de situarían en la misma planta baja junto al vestíbulo de la entrada, la cual daba hacia la calle Mayor de Triana. Es por ello que la sala de butacas se soterró parcialmente, con el objetivo de dar "la pendiente conveniente para la buena visibilidad de los espectadores" (OM2/1947-157-0098-05. AHPLP).
Sin embargo, este planteamiento no debió de acabar de convencer a Guillermo Martinón, ya que en 1948 solicitó al Ayuntamiento realizar modificaciones a los planos originales durante el desarrollo de las obras. Del diseño definitivo se encargó otro arquitecto, Fermín Suárez Valido. Así, introdujo cambios notables como la creación de un nuevo acceso en la fachada orientada a la calle Francisco Gourié -con lo cual, se podría entrar y salir del cine tanto por esta vía como por la fachada principal de Triana-; o el cambio de situación de la cabina de proyección y la sala de bobinado hacia la parte posterior del edificio, es decir, hacia Francisco Gourié. Consecuentemente, la pantalla y el altavoz del cine también se cambiaron de sitio. Por último, el aforo de limitó a 306 butacas.
Tras estos avatares, el Cine Triana por fin abrió sus puertas el 18 de marzo de 1949 con el estreno del segundo largometraje animado de Disney, Pinocho (Ben Sharpsteen y Hamilton Luske, 1940). Contaba con un equipo de proyección y sonido MARÍN IV.
Durante los años 60, el espacio pasó a manos de Prudencio Lorenzo Santana. Por desgracia, el nuevo propietario decidió cambiar la función del local y el Cine Triana cerró sus puertas el 30 de noviembre de 1966 tras una corta aventura cinematográfica. La planta baja del edificio volvió a sufrir una gran reestructuración bajo el proyecto arquitectónico de Eduardo Saenz Sánchez (1967) y se reconvirtió en la tienda de textiles Galerías Lorens.
Hoy día, el local comercial también ha desaparecido y el edificio está en desuso. Aun así, su fachada principal mantiene un buen estado de conservación.