Hermanos Ríos

Tenerife

Teodoro y Santiago Ríos Marrero (más conocidos como los Hermanos Ríos) son dos directores nacidos en Santa Cruz de Tenerife considerados por algunos críticos como los fundadores del denominado "nuevo cine canario”. Y es que estos cineastas destacaron tanto por rodar y producir sus películas en el Archipiélago, como por ahondar temáticamente en la realidad histórico-cultural de las Islas Canarias.

Estos hermanos crecieron rodeados de cámaras de 8 mm y Super 8 y estuvieron en contacto con el mundo de la imagen, el teatro y la literatura desde pequeños. Su padre, Teodoro Ríos, fue un destacado artista miembro de los Pintores Independientes Canarios que poseía una cámara Kodak con la que filmaba películas en 8 mm. En una entrevista concedida a Atala Nebot Álvarez (2004), los hermanos destacaban una cinta de dibujos animados que su padre pintó fotograma a fotograma y que fue proyectada en La Palma y en el Cine Parque Recreativo de Santa Cruz de Tenerife. Con lo cual, podría decirse que el pintor fue uno de los primeros cineístas tinerfeños.

En el caso de su madre, fue una actriz de la Escuela de Arte de Santa Cruz de Tenerife y una gran amante del teatro. Por último, no hay que dejar de mencionar al tío de ambos, Santiago Ríos, actor que destacó en Cuba tanto en el cine, como la televisión y la radio. Sin embargo, a pesar de este rico ambiente cultural, las dificultades que tuvieron para estudiar fuera de las Islas los llevó a cursar estudios en la Universidad de La Laguna, Filosofía y Letras en el caso de Santiago y Publicidad y Relaciones Públicas en el de Teodoro. Y así, con la conjunción de estos “ingredientes” -una familia con tintes artísticos, su gusto por las cámaras y el cine, y una formación basada en la literatura, la imagen y la publicidad-, ya estaba sembrada la semilla para desarrollar una productiva carrera cinematográfica.

Comenzaron su andadura en plena efervescencia del cine amateur canario, es decir, durante los años 70. Así, aprovechando la celebración del I Certamen Regional de Cine Amateur creado por la Caja de Ahorros (Santa Cruz de Tenerife, 1972), los hermanos apostaron por una de sus primeras películas para darse a conocer, el cortometraje Alucinaciones sobre el mundo aborigen guanche. Sin embargo, la cinta no llegó a exhibirse porque se perdió uno de sus carretes al ser enviado por correo a Madrid para su revelado.   

Este pequeño disgusto no frenó a los Ríos, y en 1973 entraron con fuerza en el mundo cineísta durante la segunda edición del mencionado Certamen con su siguiente película, la popular Talpa (1973). Basada en el cuento homónimo del escritor mexicano Juan Rulfo (publicado en 1950), con Talpa ganaron el primer galardón de importancia de su carrera, en este caso, un primer premio en la categoría argumental. La película se proyectó durante años en diversos puntos del Archipiélago y cosechó buenas críticas tanto en Canarias como en otros lugares. Y es que con Talpa fueron también premiados en el Certamen Internacional de Cine Amateur SNIACE de Santander y en la Bienal Internacional de la Costa Azul de Niza (1974).

A este trabajo le siguieron otros muchos. Con El Aleph (1973) adaptaron otro famoso cuento, esta vez, el homónimo publicado por el argentino Jorge Luis Borges en 1949. Aunque la crítica no fue tan unánime como con el cortometraje anterior, El Aleph les otorgó otro primer premio en el III Certamen Regional de Cine Amateur de la Caja de Ahorros tinerfeña (1974).

Pero, las primeras ediciones de este Certamen no solo habían proporcionado premios a los hermanos Ríos, ya que también serían el caldo de cultivo de la primera asociación de cineístas de la provincia occidental canaria. Y así, utilizando como sede el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, el 10 de enero de 1974 surgía la Agrupación Tinerfeña de Cine Amateur (ATCA). En ella coincidieron con otro destacado realizador canario, el palmero Roberto Rodríguez del Castillo, a la razón, vicepresidente de ATCA. Por su parte, Santiago ejercía funciones como vocal, mientras que Teodoro era el presidente.

Los años 1974 y 1975 representaron importantes novedades para la obra de los Ríos. Por un lado, se desviaron de los argumentos literarios para realizar varios cortometrajes de temática más experimental y crítica. Estos son Clímax/El Proceso (dos cortos exhibidos en uno), Katharsis, Puzzle y El Regreso. De los mismos, hay que destacar la aparición del propio Santiago Ríos como intérprete de El proceso, mientras que el actor y artista plástico tinerfeño Yamil Omar protagonizó Katharsis.

Tras estas producciones, volvieron a cambiar de género para indagar en el documental con El país de los hombres azules, una película rodada en el Sáhara español meses antes del suceso de la Marcha Verde y que denunciaba los efectos del colonialismo franquista en aquellas tierras. Por desgracia, las imágenes filmadas fueron censuradas por TVE por considerarse "materia reservada" y no verían la luz hasta 2010.

Sin embargo, el mundo amateur pronto se les quedó corto y, con la experiencia adquirida, decidieron fundar su propia productora en diciembre de 1975, la llamada Ríos Producciones. Con ella realizaron diversos documentales y spots publicitarios para diversas empresas e instituciones públicas, como Puerto de Tenerife, Fuerteventura o la campaña Canario conoce tu tierra.

Será en la década de los 80 cuando los hermanos profesionalicen definitivamente su carrera como cineastas, dando el salto a la producción filmográfica de largometraje. A finales de la década rodaron la que es, probablemente, una de las películas más conocidas de la década y de la historia del cine en Canarias en general: Guarapo (1987).

Con la historia del jornalero Benito (interpretado por el actor canario Luis Suárez) y la emigración ilegal hacia América como telón de fondo, muchos críticos consideraron que los directores sentaron las bases del "cine canario". Quizás la razón de ser de esta distinción se deba a que con ella ahondaron en la cultura, costumbres e identidades canarias desde un punto de vista realista y social. Como hito, cabe destacar que fue la primera película producida en Canarias que contó con el apoyo de las instituciones públicas, tanto autonómicas como nacionales (Ministerio de Cultura), demostrando que con el apoyo suficiente se podía hacer buen cine en las Islas. Además, la película obtuvo la Mención Especial del Festival de Cine Latinoamericano de Huelva y estuvo nominada en los premios Goya a la Mejor Dirección Novel (1990).

Los hermanos Ríos trataron de preparar su siguiente film en torno a 1991, una producción que continuaba la temática migratoria y a la cual denominaron San Antonio de Texas. Por desgracia, la falta de apoyos y de medios hizo que esta nunca viera la luz. Años más tarde consiguieron rodar su segundo largometraje, Mambí (1998), la historia de un joven canario que se ve obligado a luchar en la Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898). Finalmente, dirigieron El vuelo del guirre (2007) para relatar el retorno de un anciano canario desde Venezuela hasta su tierra de origen, completando así la trilogía sobre la migración canaria que habían empezado con Guarapo.

En 2010 volvieron a ahondar en la cuestión del Sáhara con El país de los hombres azules: 35 años después, contando la realidad saharaui a través de las imágenes que habían rodado en la década de los 70 y que no habían podido mostrar porque habían sido censuradas. Hasta la fecha, este ha sido su último largometraje conjunto.

Durante los últimos veinte años, los hermanos han realizado paralelamente otros trabajos menos conocidos para el público. Por ejemplo, Santiago intervino en el documental Memorias de un peliculero (Javier Caballero y Luis Mamerto López-Tapia, 2004) y dirigió los cortometrajes Instituto Canarias Cabrera Pinto (2006) y La Huella y la Senda (basada en la exposición homónima, 2012), siendo ambos producidos por Teodoro. 

Por su gran contribución al auge del séptimo arte en Canarias, en los años más recientes se han sucedido las entrevistas, trabajos académicos y homenajes dedicados a Teodoro y Santiago Ríos. En 2020 sale a la luz el reconocimiento más emotivo de todos, el documental La gran aventura de Guarapo, recordatorio de la carrera cinematográfica de estos realizadores que fue dirigido por los cineastas Pedro Felipe Fernández y Guillermo Ríos Bordón. La saga familiar continúa con este último, ya que Guillermo ha sido reconocido y premiado por sus primeras películas en múltiples festivales tanto a nivel nacional como internacional.