Primeros pasos

1895-1898

El siglo XIX ha pasado a la Historia por la intensa búsqueda e investigación realizada en torno al espectáculo de las imágenes en movimiento. Sin saberlo, diversas personas y variados aparatos contribuyeron a erigir lo que hoy conocemos como cultura audiovisual. Sin embargo, el año 1895 marcó un antes y un después en este proceso debido a dos hechos históricos.

El primero de ellos tuvo lugar en Alemania ante la atónita mirada de cientos de personas. En el Teatro Wintergarten de Berlín, los hermanos alemanes Emil (1859-1945) y Max Skladanowsky (1863-1939) presentaron un invento digno de observar, el bioskop, y llevaron a cabo el 1 de noviembre la primera exhibición en masa de imágenes en movimiento que se conozca. En total, nueve films de muy corta duración pudieron ser admirados durante varias semanas. 

Solo un mes y medio después, tras una serie de proyecciones privadas, los hermanos franceses Auguste (1862-1954) y Louis Lumière (1864-1948) regalaron al mundo otras imágenes que, sin saberlo, serían el germen de un nuevo tipo de arte. El 28 de diciembre de 1895 realizaron en el Salon Indien du Grand Café de París (Francia) la segunda proyección pública de películas, destacando entre ellas el cortometraje Salida de los obreros de la Fábrica Lumière (La sortie des usines Lumière). Todas fueron filmadas con el aparato que les dio fama mundial: el cinematógrafo.

A pesar de la difusión del bioskop por otros países del norte de Europa como Países Bajos o los de la Península de Escandinavia, el aparato de los Skladanowsky no tuvo tanta fama como el cinematógrafo y, en menos de 8 meses, los Lumière consiguieron que su nuevo invento fuese ampliamente conocido, sentando con ello las bases del espectáculo cinematográfico.

En España, se sabe que una de las primeras exhibiciones de películas se llevó a cabo en mayo de 1896 con el animatógrafo (Circo Parish de Madrid). Sin embargo, este aparato  también sería eclipsado por el invento de los Lumière, presentado por Alexandre Promio aquel mismo mes en un local del Hotel Rusia (Carrera de San Jerónimo). Este operador había sido enviado a España para ampliar el catálogo de films realizados con el cinematógrafo y, además, aprovechó para filmar las primeras películas en este país, entre ellas, La llegada de los toreros, Puerta del Sol o Puerta de Toledo.

Al igual que en la Península, es de suponer que los operadores de los Lumière llegaran también a las Islas Canarias a filmar sus famosas Vistas. A uno de ellos, Vicent Billard, se le atribuye la captura de las imágenes Mujeres Isleñas de Tenerife abasteciendo carbón a la escuadra, las cuales habrían sido proyectadas en Ciudad de México por primera vez de la mano de Claude Fernand Von Bernard y Gabriel Veyre (1896). Lamentablemente, esta cinta se perdió en un incendio de la Filmoteca Mexicana y solo se sabe de ella por fuentes hemerográficas.

Habría que esperar a cierto aventurero palmero apasionado por la cultura audiovisual para que los primeros aparatos de proyección cinematográfica llegaran oficialmente a Canarias. Miguel Brito Rodríguez (1876-1972) mostró desde muy joven un gran interés por el espectáculo de la imagen y el sonido, algo que se demuestra con hechos como la fundación de su primer estudio fotográfico en La Palma (1865), las proyecciones que realizó con linterna mágica en 1895 o la presentación del fonógrafo ese mismo año. 

Sin embargo, la fecha que le ha convertido en un verdadero hito es 1896. A finales de este año, Brito viajó a Cuba para adquirir un kinetoscopio y con este aparato realizaría el 12 de abril de 1897 las primeras exhibiciones de imágenes en movimiento, concretamente, en el Círculo Mercantil de Santa Cruz de Tenerife. Un año después (1898), adquiriría un supuesto cinematógrafo Lumière con el cual proyectaría algunas películas en ese mismo Circulo Mercantil, pudiendo los espectadores admirar “Los siete pasos de la pasión de Jesús”, “Lección de baile”, “La Borrachera” o “El carnaval de París”. 

Aun así, aún existen dudas de que Brito introdujera el cinematógrafo en las Islas y también se ha barajado la posibilidad de que fuera el empresario madeirense João Anacleto Rodrigues, quien ya había exhibido el aparato en lugares como Lisboa, Las Azores y Madeira. La prensa anunciaba en 1897 su llegada a Canarias y la realización de las primeras proyecciones con el cinematógrafo Joly-Normandin en la Sociedad Gabinete Literario de Las Palmas, situada en el desaparecido Teatro Cairasco. Fuera quien fuese, ambas figuras merecen ser recordadas por ser las primeras en introducir el espectáculo audiovisual en Canarias.