En busca de un "cine canario"

1980-1989

Como ya hemos visto, atrás van quedando los años del cine amateur. En la década de los 80 vamos a asistir a una paulatina profesionalización del cine hecho en Canarias, un campo fértil en el que los realizadores van a buscar nuevas formas de contar historias con trasfondo desde el punto de vista cinematográfico. 

Es la época de los inicios del director tinerfeño Antonio José Betancor, que aunque debutó en 1978 con Sentados al borde de la mañana con los pies colgando, empieza a tomar relevancia en los 80 con la adaptación de la novela de Ramón J. Sender, Crónica del Alba. Para ello dividió la película en dos partes: Crónica del Alba. Valentina (1982) y 1919/Crónica del alba (1983). 

También es el momento de Ramon Saldías, un director vasco pero afincado en Gran Canaria que funda su propia productora en Las Palmas de Gran Canaria: Aske Films. En 1979 -y sin ninguna subvención- rueda su primer largometraje, El camino dorado, película sincera en su tratamiento sobre el alcoholismo. La película fue seleccionada por el Festival de San Sebastián en la sección Nuevos Realizadores, convirtiéndose así en la primera película de producción canaria en competir en un certamen internacional. Dos años más tarde, en 1981, dirige bajo pseudónimo oriental (Sah-Di-A) la curiosa película de kung-fu Kárate contra Mafia, para la cual las calles de Las Palmas de Gran Canaria se conviertieron en el ruidoso Hong Kong.

Siguiendo con algunos directores que empiezan a despuntar, nos encontramos con Fernando H. Guzmán que, a través de la productora Neoguanche Films, da el salto al cine profesional con el largometraje Españolito que vienes al mundo (1982), seleccionado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. 

En 1983, Javier Jordán -uno de los directivos de TVE en Canarias-, con el fin de impulsar el cine hecho en Canarias, llevó a cabo un proyecto televisivo en el que se emitirían películas dirigidas en las Islas. El programa, titulado "Cine Canario", contó con la colaboración de Claudio Utrera y Alberto Omar como comentaristas. Sin embargo, en su segunda etapa, el proyecto pasó de la mera exhibición a la producción. A través de una convocatoria de guiones, TVEC co-produciría los guiones seleccionados para exhibirlos en el espacio. Y así se hizo, germinando con ello las siguientes propuestas:

  • En coproducción con el colectivo Yaiza Borges: Álvaro, mi niño (Aurelio Carnero y Francisco J. Gómez), Apartamento 23-F (Aurelio Carnero), El fotógrafo (Luis Sánchez-Fijón Cañete), Estatuas de sal (Emilio Arribas), Iballa (Josep Vilageliú), Tres generaciones y media (Jorge Naval), Último acto (Francisco J. Gómez).
  • En coproducción con el Cabildo Insular de Gran Canaria, que en 1987 impulsó la creación audiovisual a través de su Concurso de guiones cinematográficosCalvario, tocata y fuga de un ataúd (Sergio Hernán), El sueño (Ramón Rodríguez), La ruleta rusa (Rosario Domínguez Cárdenes), Mi hermano (Fernando Pérez Rodríguez).
  • Otros: Bah (José Hernández Moralejo), Compramos gente (Elio Quiroga), Cuestión de tiempo (Elio Quiroga), En el mar vuelvo a nacerme (Enrique Lópiz), Érase una vez (Luciando de Armas), La Rama Collage (Pepe Dámaso), Preludio (Ramón Santos en coproducción con Mari Carmen Cortés).

Uno de los platos fuertes de la década viene de la mano de los tinerfeños Teodoro y Santiago Ríos -más conocidos como Los Hermanos Ríos- y su largometraje Guarapo (1988). Rodada entre La Gomera y Tenerife, la película es todo un hito en la historia moderna del cine en Canarias por ser considerada la película fundacional del "nuevo cine canario" (sin querer entrar en la cuestión de si existe o no un cine canario como tal). La razón de su importancia radica en que contó con el apoyo de las Instituciones públicas (tanto insulares como autonómicas y nacionales) y fue el primer largometraje canario en recibir ayudas del Ministerio de Cultura. Con ello se demostró que con los apoyos y ayudas pertinentes se podía hacer buen cine profesional en las Islas. Solo así se podría aspirar a crear una industria cinematográfica propia.

Además, los Hermanos Ríos escogieron un tema que ahonda en la identidad canaria desde un punto de vista social y cultural: la migración a Venezuela. Con todo ello, la película es todo un homenaje a todos aquellos canarios que tuvieron que emigrar a tierras lejanas, dejando atrás toda su vida con el fin de labrarse un futuro mejor. Para la película se escogieron actores canarios como Luis Suárez o José Manuel Cervino y para la fotografía se contó con el alemán Hans Burmann.

Para terminar con los 80, hay que destacar que llama poderosamente la atención que mientras durante esta década el cine canario aumentó, las producciones extranjeras y nacionales rodadas en Canarias cayeron en picado. Entre las pocas que se pueden nombrar están Jane, mi pequeña salvaje (Eligio Herrero, 1982), rodada en Gran Canaria y Lanzarote y con Fabián Conde entre sus protagonistas; La tumba de los muertos vivientes (Jesús Franco, 1982), rodada íntegramente en Gran Canaria;  Krull (Peter Yates, 1983); Enemigo Mío (Wolfgang Petersen, 1985); o La Iguana (Monte Hellman, 1988), todas estas rodadas en Lanzarote.